Aunque existen enfermedades como la obesidad monogénica, que son debidas a una alteración genética en un gen concreto, en la mayoría de casos el origen es multifactorial. Es decir, se producen por una combinación del estilo de vida moderno (alimentos procesados, falta de tiempo, sedentarismo) y la variabilidad genética entre las personas (diferentes respuestas frente a condiciones desfavorables). Así una misma dieta y actividad física produce efectos distintos en personas diferentes.

Todos conocemos casos de gente que sin practicar deporte y comiendo de todo está delgada y gente obesa o con sobrepeso que está continuamente a dieta y no consigue adelgazar. Por ello, aunque el ambiente influye considerablemente en nuestro estado físico, nuestra genética puede predisponer y condicionarnos en un sentido u otro.