La conexión entre tus genes y la salud de tu cerebro: cómo factores modificables pueden prevenir el deterioro cognitivo

Este estudio ha revelado cómo nuestros genes y el entorno en el que vivimos trabajan juntos para influir en la salud de nuestro cerebro y en el riesgo de sufrir deterioro cognitivo. Gracias a investigaciones que combinan datos genéticos, imágenes del cerebro y análisis de genes en tejidos, entendemos mejor cómo la genética y factores como la depresión o las enfermedades cardiovasculares pueden impactar directamente en nuestra salud mental y cognitiva.

Se han identificado 367 regiones específicas del ADN, llamadas loci genéticos, relacionadas con el grosor del cerebro y otras 13 que tienen que ver con la aparición de lesiones en la materia blanca del cerebro, un indicador de daño en los vasos sanguíneos cerebrales., además muchos de estos genes parecen interactuar con factores que podemos modificar, como mantener controlada la hipertensión o tratar adecuadamente la depresión.

Nuestros genes interactúan  con el entorno:

1. Genes y grosor cerebral

Se identificaron 220 loci genéticos directamente relacionados con el grosor cortical, una medida importante de la salud del cerebro. De estos, 95 mostraron interacciones específicas con condiciones como depresión y enfermedades cardiovasculares. Estas interacciones pueden hacer que algunas personas sean más vulnerables al adelgazamiento del cerebro en esas circunstancias.

2. Influencia en el rendimiento cognitivo

Los efectos genéticos en el grosor cortical también se relacionaron con funciones como la memoria y la capacidad de tomar decisiones (función ejecutiva). Sin embargo, se observó que estas capacidades cognitivas solo se mantienen en personas con una buena salud cardiovascular, lo que destaca la importancia de mantener bajo control la hipertensión.

3. Regiones cerebrales más afectadas

La depresión y las enfermedades cardiovasculares tuvieron un impacto particularmente fuerte en el grosor cortical de áreas como la ínsula, una región crucial para el procesamiento emocional y la toma de decisiones. Este impacto se ve amplificado en personas con variantes genéticas específicas, lo que sugiere que algunos genes pueden empeorar los efectos de estas condiciones.


4. Genes clave para la salud cerebral

Un ejemplo destacado es el gen STMN4, que juega un papel central en mantener el grosor cortical. Este gen, junto con otros como LRRC37A y ARL17A, se vincula con funciones esenciales del cerebro, como la formación de memoria y la plasticidad neuronal, que es la capacidad del cerebro para adaptarse a los cambios.

 

Aunque nuestros genes juegan un papel importante, los factores que podemos controlar, como el tratamiento temprano de la hipertensión o la depresión, tienen el poder de modificar significativamente nuestro riesgo de sufrir deterioro cognitivo. Esto significa que cuidar de nuestra salud en la mediana edad no solo tiene beneficios inmediatos, sino que también protege nuestro cerebro a largo plazo.
Por ejemplo, en personas con variantes genéticas que favorecen un mayor grosor cortical, los beneficios en la memoria y la toma de decisiones son claros. Sin embargo, cuando estas mismas personas desarrollan hipertensión, los beneficios desaparecen, lo que subraya la importancia de controlar este tipo de condiciones.

Otro hallazgo revelador es que las lesiones en la materia blanca del cerebro, que están relacionadas con el daño en los vasos sanguíneos, no solo afectan la conectividad cerebral, sino que también aumentan el riesgo de deterioro cognitivo. Sin embargo, una intervención oportuna puede mitigar este efecto, destacando una vez más la importancia de un enfoque preventivo.

Ahora entendemos que, aunque nuestra genética puede predisponernos a ciertos riesgos, muchos de ellos se pueden prevenir o reducir significativamente con decisiones correctas sobre nuestra salud. Este conocimiento abre la puerta a una nueva era de medicina personalizada, en la que cada persona podría beneficiarse de planes de prevención basados en su perfil genético.

Imagina un futuro en el que un análisis genético pueda decirte si tienes un mayor riesgo de adelgazamiento cortical o deterioro cognitivo, y en el que tu médico pueda crear un plan personalizado que combine alimentación, ejercicio y control de enfermedades como la hipertensión para proteger tu cerebro. Este enfoque permitiría no solo prevenir problemas de memoria y otras funciones cognitivas en la vejez, sino también mejorar la calidad de vida de millones de personas.

El deterioro cognitivo y las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, no tienen que ser una sentencia inevitable, las intervenciones tempranas, como mantener una presión arterial saludable y tratar adecuadamente la depresión, pueden marcar una gran diferencia. Además, adoptar hábitos saludables, como realizar actividad física regular, llevar una dieta balanceada y mantener una vida social activa, puede potenciar los efectos protectores de nuestra genética.

En definitiva, el cerebro es un órgano sorprendentemente adaptable, pero también vulnerable. Este equilibrio entre genética y entorno nos recuerda que nuestras decisiones diarias tienen un impacto profundo en nuestra salud cerebral. Ahora más que nunca, es el momento de priorizar la prevención y abrazar un enfoque más personalizado y proactivo para cuidar nuestro cerebro y asegurar un futuro más saludable para todos. 

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